Un día, Colón no podía aguantar más con su
curiosidad y decidió preguntarle a Américo si esa tierra existía de verdad.
-Américo, ¿esa tierra existe?-le preguntó Colón.
-En realidad sí existe, -dijo Américo- pero está muy
lejos de aquí. Si quieres, podemos navegar hasta allí, que yo ya me sé la ruta.
-¡Vale!-respondió Colón entusiasmado.
Al cabo de unas semanas Américo partió con Colón
hacia América.
-Tardaremos unos días por esa tormenta de ahí. Será
peligroso y costoso. –le dijo Américo a Colón.
Al fin consiguieron pasar la tormenta y pudieron ver
América a lo lejos.
-¡Lo veo, lo veo!-gritó Colón desde su camarote.
Cuando llegaron, Colón se bajó del barco, y al
instante, vio como se acercaban unas personas extrañas a él.
-No te preocupes, son inofensivos.-le dijo Américo
tranquilamente.
Desde el día que Colón regresó a España, no pudo
dejar de pensar en esa tierra que él se había imaginado, pero que en realidad
existía.
Trabajo de Samuel.
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